Los cancanes de Elenita
Hoy, voy
a comentar una anécdota que me sucedió cuando era pequeña con esa prenda que,
por suerte, actualmente, solo llevamos al vestirnos de valencianas en las
fiestas de San José: los cancanes. ¡Lo que tuvieron que sufrir nuestras
antepasadas con tantas prendas encima! Aquí os muestro una de tantas…
Antaño,
las mujeres llevaban los interiores con numerosas prendas; lo llamaban estilo cebolla: una capa sobre otra… A
partir de la Revolución francesa y
durante el siglo XVIII, las aristócratas utilizaron polizón y enaguas de un
lino que comúnmente llamaban lienzo de
botiga ya que se compraba en las tiendas por metros; era un tejido más fino
y flexible que el usado por el pueblo; además, redondeaban los cancanes por
medio de aros como apreciamos en este antiquísimo grabado:
Mientras
que el pueblo tejía su propio lino en los telares familiares (nuestras amadas barracas). Os dejo una reproducción en miniatura de uno de los que se siguen utilizando en Morella para confeccionar las típicas mantas morellanas:
Este lienzo doméstico se llamaba lino casero; más rudo y grueso que el anterior, y servía tanto para cancanes como para camisas de hombre, camisolas… Como a continuación os enseño:
Durante
mi niñez y juventud, utilizábamos cancanes súper almidonados. Recuerdo como si
fuera ayer, la planta baja de la planchadora del barrio: se llamaba Elenita. El
suelo era de cemento y cuando entrabas te impregnabas de una fragancia fuerte y
muy peculiar: olía a tintorería. En un lado, tenía varias tablas de planchar. En
el otro, numerosas palanganas; enormes y de aluminio. Sobresalían unos palos de
madera que usaba para mover las prendas, y estaban llenas de un líquido
blanquecino: almidón rebajado por agua. Las enaguas estaban a remojo: almidonándose.
En medio, había un mostrador con cancanes, escrupulosamente plegados. Al fondo,
unas cuerdas con las enaguas tendidas como si fuera la colada esperando secarse
para ser recogida.
Cuando
Elenita repartía los cancanes por el barrio, las niñas gritábamos emocionadas: “¡Ya
viene Elenita! ¡Ya viene Elenita! Y dentro de poco, las Fallas”. Sí. Elenita
era la pregonera de las fiestas Josefinas. Llevaba fardos de enaguas resguardadas
con esos pañuelos antiguos de cuadros marrones y dimensiones estratosféricas. Similares
a los de esta fotografía:
Las sayas
eran de un blanco inmaculado que resplandecía y cuando las tocabas, crujían. Te
ibas a tu comisión fallera y el mero hecho de acercarte a una amiguita, traía
consigo una canción inconfundible: “crg, crack, crok…”. Nos hacía reír. Nada
mejor que unos retratos para que veáis el porqué de nuestras risas:
Además,
con eso de la minifalda y los cancanes súper almidonados, huequísimos, en más
de una ocasión, alguna fallera se ha llevado un disgustillo. Se sentaba frente
al público y la falda se le levantaba, le tapaba la cara y dejaba a la
intemperie las enaguas. Quizás por eso las mamás se preocupaban de que todas lleváramos
los refajos hermosos y virginales: por lo menos, se veía ese interior pulcro
con alma de valenciana genuina.
No obstante,
no podemos limitar los cancanes ahuecados a las décadas de los 60 y 70.
En el óleo Costumbres
valencianas que José Mongrell Torrent pintó en 1907, el vuelo de las
faldas, indica que las enaguas también debían ir almidonadas…
Hasta la próxima, espero que os haya gustado... Las anécdotas escriben el lienzo de nuestra historia.
Un abrazo, Marian
©Marian Genovés
13 de
junio de 2015
Imágenes
cedidas de colecciones privadas o
tomadas de la red.
Redacción,
Anna Genovés