Historia de un torrentí
Buenos tardes queridos lectores, amigos.
En esta ocasión, voy a contaros una
experiencia vivida en la niñez. A veces, pienso que mi infancia fue
emocionante. Siempre he sido una enamorada de las fiestas en honor a San José y
hay muchas vivencias que recuerdo como si hubieran sucedido ayer…
Era una mocita que disfrutaba contemplando los
pasacalles falleros; las jóvenes vestidas con esos trajes hermosos y llenos de
peculiaridades fascinantes. Los hombres con la innovación del traje de fallero (sin
destacar por sus prendas lúgubres), conviviendo con los traje de calle y algún
niño o incluso joven, vestido de torrentí,
calzado siempre con espardeñas. Observando
a estos últimos, me quedaba anonadada. Eran los más aplaudidos por su
peculiaridad. La imagen contigua os dará una idea de lo que
digo.
Recuerdo que una mañana estaba en la esquina de los ultramarinos
del barrio, una fallera se desmayó porque llevaba el justillo excesivamente
apretado. La socorrieron tres jóvenes; dos iban vestidos de calle, y, uno, de torrentí. Parecía el galán de la
película salvando a la chica, con ese pantalón ajustado por debajo de la
rodilla, de idéntico color que la chaquetilla: ambos ocre, brillantes. Era el
sol de la escena. Y es que los torrentís de
mi época, a diferencia de los actuales que se confeccionan con numerosos
tejidos, eran principalmente de raso en tonalidades fuertes: rojas, amarillas,
verdes… Claro, llamaban muchísimo la atención. Lo apreciareis en las fotografías
siguientes.
Pero la historia no quedó ahí. En medio de
gentío, una vecina oriunda de Cádiz, señaló al muchacho ambarino, y le preguntó
al presidente de la Falla: “Oiga, ¿por qué ese chico se viste así? Porque va de
torrentí –contestó el caballero—. La señora
no se quedó satisfecha, y volvió a interrogar: ¿Y qué es eso? El señor le
sonrió y contestó: “Se ve que usted no es de aquí… Mire, buena mujer, es el
traje de lujo que utilizaban los labradores valencianos antiguamente. Pero la
tradición se perdió en casi todas las localidades. Sin embargo, Torrente la
mantuvo. De ahí, el nombre de torrentí”.
Como lo contó en alto, la gaditana sonrió, y
el resto de congregados, entre ellos, yo, nos quedamos más que satisfechos. En
realidad, no puedo afirmar que la explicación sea cierta. Pero os aseguro que
es lo que escuché allá por la década de los 60. Las instantáneas siguientes, reflejan
la indumentaria de la década de los 50.
A posteriori, poco he encontrado que avale o
desacredite dicha historia específica de la Comunidad Valenciana, pero he leído
que el traje de torrentí es la
evolución del traje goyesco. Comúnmente
conocidos como traje de majo porque fue
el atavío que utilizaron los hombres del pueblo para acicalarse y ponerse
guapos, sobre todo, durante el periodo en el que vivió Goya, influenciado por
la moda anglo-francesa. Si unimos mi historia y miramos el lienzo del maestro
pictórico, observamos que las similitudes del torrentí utilizado a mediados del siglo XX con los trajes de majo, son más que evidentes.
Muestra actual del traje de torrentí que se utilizó durante parte de
mi niñez y juventud, se sigue empleando en la actualidad. Como ejemplo, vemos a
los componentes de este grupo de baile. Como vemos, el traje de torrentí, se caracteriza por llevar un
pantalón ajustado por debajo de la rodilla que deja ver medias y ligas, un
chaleco y/o chupetí; mocador, cofia o casquete, en la cabeza bajo diferentes
sombreros… Ya hablaremos de estos complementos...
Mi pensamiento ha evolucionado con los años... Pienso que la
historia de nuestros antepasados, es un documento imprescindible para que las
generaciones futuras sepan de dónde vienen. Actualmente, doy cabida a reflexiones que antes no contemplaba. El traje típico de valenciana, es el que se utilizaba y sigue utilizándose en la exaltación de la FMV. Y representa a las Fallas. Por lo general, cuando vemos a una valenciana, decimos automáticamente: "¡Una fallera!". Y, a lo mejor, no pertenece a ninguna comisión fallera. Nos quedan muchos años por comentar, hasta llegar al resurgimiento de la indumentaria tradicional de nuestros antepasados y a las tendencias afrancesadas del siglo XVIII. Todo ello, a partir de la década de los 80. En el siglo XX, la única señorita que lució indumentaria dieciochesca en su exaltación, fue Carla Muñoz Antoí-Candela, FMV en 1991.
Espero os haya agradado: me he confesado un poquito…
Espero os haya agradado: me he confesado un poquito…
Un abrazo, Marian
©Marian
Genovés mayo 2015
Imágenes cedidas de colecciones privada o
tomadas de la red.
Redacción, Anna Genovés