Blog sobre la historia y la evolución de las tradiciones valencianas

domingo, 10 de mayo de 2015

Goya y el siglo XVIII


 
Pintura e indumentaria: Goya y el siglo XVIII
Desde antaño, el arte ha estado ligado a la indumentaria y sus cambios. De hecho, es una de las fuentes más fiables que existen. En esta ocasión, hablaré de la pintura; partiendo de la premisa de que los óleos suelen plasmar los distintos estamentos sociales: pueblo, burguesía y aristocracia.
En la Comunidad Valenciana, muchos maestros han dejado constancia de nuestra vestimenta y su evolución. Entre ellos: José Pinazo, Antonio Gisbert, Tomás Rocafort, Bernardo Ferrándiz Badenes, Emilio Frejo Abegón, Emilio Frejo Gutierrez, González Alacreu, José Mongrell, Gonzalo Meseguer, F. Cabrera, G. Puig Roda, Bernardo Ferrándiz Badenes, Joaquín Agrosot, R. Boluda, Colomer Talamntes, J. A. López Martínez, L. Bent… Y, cómo no, Joaquín Sorolla y Francisco de Goya. Intentaremos hablar de todos, poco a poco.
En esta entrada, comenzaremos con los lienzos de la primera etapa pictórica del maestro Don Francisco de Goya y Lucientes, y su importancia en la moda dieciochesca, tanto a nivel nacional como valenciano.
Tras La Revolución Francesa, el pueblo intentó anular los recuerdos de sus antiguos monarcas. Y la indumentaria, jugó un papel muy importante. El barroquismo arcaico, quedó relegado a un segundo plano en aquellos hombres deseosos de libertad que optaron por una moda neoclásica llamada estilo directorio. Años más tarde, como recordatorio de las túnicas greco-romanas, adquirió el nombre de estilo imperio. Como vemos en las siguientes imágenes…
 
Madame de Verninac por Jacques-Louis David (1799), luciendo un sencillo vestido de estilo directorio.
 
 
 
 
La Marquesa de Villafranca por Francisco de Goya (1805), ataviada con un vestido de estilo imperio. En uno de los laterales vemos que el artista se autoretrató. 
Las mujeres que vistieron el estilo imperio, llevaban prendas vaporosas de talle alto, combinadas con faldas largas. Mientras que los hombres, optaron por chaquetillas de diferente largura y pantalones a media pierna o tobilleros; zapato llano con hebillas o botas.
Esta moda, coexistió con el estilo goyesco hasta mediados del siglo XIX, y convivió con los estilos posteriores y su transición. Sin olvidar, que el vestuario pasaba de la aristocracia al pueblo y viceversa. Si bien, los nobles podían disponer de cualquier tipo de prenda en boga con todos los adornos que creyeran oportunos o sin ellos, mientras que el pueblo optaba a ella con sencillez. Como ejemplo de opulencia, el retrato contiguo…
 
 
La Familia de Carlos IV por Francisco Goya (1800). Las damas portan vestidos de estilo imperio con todo lujo de detalles y sobre adornos. Los caballeros lucen un estilo mixto de calzón corto sobre medias, tipo goyesco o majo, con chaquetillas asimétricas; cortas por delante y largas por detrás que evolucionarán hacia las levitas románticas.
En España, el estilo que predominó desde mediados del siglo XVIII a principios del XIX, fue el estilo goyesco; representativo de Goya. Popularmente conocido con el nombre de estilo de majas y majos, por extensión del concepto “guapura”. Dicho de otra forma, el pueblo deseaba vestir bien y verse favorecido.  Por este motivo, adaptó formas y maneras de la moda aristocrática anglo-francesa. Inicialmente, al alcance de las criadas, costureras, bordadoras, cocineras y demás servidumbre de la clase pudiente que acomodó a sus vestidos tradicionales las nuevas tendencias. Una muestra de la fusión de estilos…
 
El Quitasol por Goya (1777). Escena costumbrista de galanteo donde una joven, vestida con el estilo afrancesado de la época, es agasajada por un mozo vestido de majo sujetando el quitasol. Lienzo indicativo de la convivencia entre los diferentes estilos y la evolución de la moda, desde la vestimenta europea al majismo español.
La moda goyesca ha quedado plasmada para la posteridad en casi toda la obra de su precursor como vemos en muchas de sus obras…
 
 
El Cacharrero por Francisco Goya (1779). En este lienzo vemos otra escena costumbrista, en las que se reflejan las diferentes clases sociales. En primer plano, y según mención del propio autor, un “valenciano” vendiendo una vajilla a un grupo de mujeres. En segundo término, una carroza con lacayos y demás servidumbre, transportando a una dama adinerada.
 
 
 
 
El valenciano que Goya representa, viste chupa sobre camisa de mangas afaroladas, calzón corto, medias, ligas,  espardeñas, barret y montera. 
La mayor impulsora de la moda goyesca entre la nobleza, fue Doña María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, XIII duquesa de Alba, que posó para el artista en numerosas ocasiones. Ella potenció el “majismo” en las altas esferas. Cuenta la leyenda que la aristócrata sentía atracción por toreros y demás hombres de una condición social inferior, y que en sus salidas nocturnas, vestía de maja para deleitarse con animaciones prohibidas para los nobles.
 
La Duquesa de Alba y la beata, por Francisco de Goya (1795). El cuadro representa a la Duquesa de Alba asustando a Rafaela Luisa Velázquez, una de sus camaristas conocida con el sobrenombre de La Beata.
El traje de la duquesa porta adornos de estilo tapicero o isabelino, similares a los trajes de los rejoneadores actuales. Sin embargo, el largo de su falda tiene reminiscencias del postrero estilo imperio con su estilizado vuelo y su extremada largaria, pese a presentarse con talle a la cintura. Sorprende el barroquismo de los hombros en oposición a la estrechez restante de la manga.
Por otro lado, como emblema del atuendo del pueblo, sobrio y atemporal, aparece la figura La Beata con el mandil de doble cara y la cofia anudada al cuello.
Al fallecer el Duque de Alba en 1796, su esposa se trasladó a Sanlúcar de Barrameda para guardarle luto durante un año. Goya se instaló en dicha localidad por un tiempo, realizando una amplia colección de dibujos. En alguno de ellos, aparece la duquesa ligera de ropas… lo que sirvió como base para propagar diferentes habladurías y para descubrir la ropa interior de antaño. Está claro que entre ellos, cuanto menos, existió una relación amistosa.
 
 
La Duquesa de Alba peinándose, por Francisco de Goya (1797). En este retrato a plumín del maestro, distinguimos las enaguas y camisolas interiores que utilizaba la nobleza de aquellos tiempos.

 
 
La Duquesa de Alba de Maja, por Francisco de Goya (1797). En este hermoso lienzo aparece la duquesa vestida con la moda de la época, imitando el vestido popular de maja pero con tejidos ricos. El vestido es negro y lleva un fajín rojo, prenda emblemática de dicho vestuario. Lo extraordinario de la escena, es la belleza de la modelo, vestida de luto en contraste con el retrato anterior en el que lucía tonalidades fuertes.
Si nos ceñimos a Valencia, una de las provincias más interesadas en promocionar las nuevas tendencias de la moda europea. Diremos que el estilo imperio solo tuvo acogida entre la sociedad privilegiada. El pueblo había descubierto la manera de engalanarse, y estos nuevos trajes no tuvieron demasiada aceptación.
Un pensamiento: “la simultaneidad y combinado de distintas modas a lo largo del tiempo, son necesarias para comprender la evolución de nuestra indumentaria”.
Y esto es todo por esta semana. Voy a tomarme unas vacaciones para recoger información. Desconozco cuándo volveré a colgar una nueva entrada. Quizás en siete días, o tal vez el mes próximo. Un abrazo y muchas gracias.
©Marian Genovés
Mayo 2015
Fuente: La evolución de la indumentaria valenciana desde finales del siglo XVIII a nuestros días, parte II, Llibret de la Falla Mocador  de Sagunto, 2009. Por Marian Genovés. Imágenes tomadas de la red.
 

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