Blog sobre la historia y la evolución de las tradiciones valencianas

sábado, 13 de junio de 2015

Los cancanes de Elenita

 
 
Los cancanes de Elenita

Hoy, voy a comentar una anécdota que me sucedió cuando era pequeña con esa prenda que, por suerte, actualmente, solo llevamos al vestirnos de valencianas en las fiestas de San José: los cancanes. ¡Lo que tuvieron que sufrir nuestras antepasadas con tantas prendas encima! Aquí os muestro una de tantas…
 
 
Antaño, las mujeres llevaban los interiores con numerosas prendas; lo llamaban estilo cebolla: una capa sobre otra… A partir de la Revolución francesa y durante el siglo XVIII, las aristócratas utilizaron polizón y enaguas de un lino que comúnmente llamaban lienzo de botiga ya que se compraba en las tiendas por metros; era un tejido más fino y flexible que el usado por el pueblo; además, redondeaban los cancanes por medio de aros como apreciamos en este antiquísimo grabado:
 
 
Mientras que el pueblo tejía su propio lino en los telares familiares (nuestras amadas barracas). Os dejo una reproducción en miniatura de uno de los que se siguen utilizando en Morella para confeccionar las típicas mantas morellanas:
 

Este lienzo doméstico se llamaba lino casero; más rudo y grueso que el anterior, y servía tanto para cancanes como para camisas de hombre, camisolas… Como a continuación os enseño:
 
 
Durante mi niñez y juventud, utilizábamos cancanes súper almidonados. Recuerdo como si fuera ayer, la planta baja de la planchadora del barrio: se llamaba Elenita. El suelo era de cemento y cuando entrabas te impregnabas de una fragancia fuerte y muy peculiar: olía a tintorería. En un lado, tenía varias tablas de planchar. En el otro, numerosas palanganas; enormes y de aluminio. Sobresalían unos palos de madera que usaba para mover las prendas, y estaban llenas de un líquido blanquecino: almidón rebajado por agua. Las enaguas estaban a remojo: almidonándose. En medio, había un mostrador con cancanes, escrupulosamente plegados. Al fondo, unas cuerdas con las enaguas tendidas como si fuera la colada esperando secarse para ser recogida.
 
Cuando Elenita repartía los cancanes por el barrio, las niñas gritábamos emocionadas: “¡Ya viene Elenita! ¡Ya viene Elenita! Y dentro de poco, las Fallas”. Sí. Elenita era la pregonera de las fiestas Josefinas. Llevaba fardos de enaguas resguardadas con esos pañuelos antiguos de cuadros marrones y dimensiones estratosféricas. Similares a los de esta fotografía:
 
Las sayas eran de un blanco inmaculado que resplandecía y cuando las tocabas, crujían. Te ibas a tu comisión fallera y el mero hecho de acercarte a una amiguita, traía consigo una canción inconfundible: “crg, crack, crok…”. Nos hacía reír. Nada mejor que unos retratos para que veáis el porqué de nuestras risas:
 
Además, con eso de la minifalda y los cancanes súper almidonados, huequísimos, en más de una ocasión, alguna fallera se ha llevado un disgustillo. Se sentaba frente al público y la falda se le levantaba, le tapaba la cara y dejaba a la intemperie las enaguas. Quizás por eso las mamás se preocupaban de que todas lleváramos los refajos hermosos y virginales: por lo menos, se veía ese interior pulcro con alma de valenciana genuina.
 
 
No obstante, no podemos limitar los cancanes ahuecados a las décadas de los 60 y 70. En el óleo Costumbres valencianas que José Mongrell Torrent pintó en 1907, el vuelo de las faldas, indica que las enaguas también debían ir almidonadas…
 
 
Hasta la próxima, espero que os haya gustado... Las anécdotas escriben el lienzo de nuestra historia.
 
Un abrazo, Marian 
 
©Marian Genovés
13 de junio de 2015
Imágenes cedidas de colecciones privadas o  tomadas de la red.
Redacción, Anna Genovés

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